|aEl hombre que andaba en el color /|cGeorges Didi-Huberman ; traducción de Juan Miguel Hernández León
260
|aMadrid :|bAbada,|cc2014
300
|a113 p.:|bil.;|c17 cm
504
|aIncludes bibliographical references.
505
0
|aAndar en el desierto -- Andar en la luz -- Andar en el color -- Andar en el espaciamiento -- Andar en el límite -- Andar bajo la mirada del cielo -- Caer en la fábula del lugar.
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|aEl artista es un inventor de "lugares". Da forma, da carne a espacios improbables, imposibles o impensables: aporías, fábulas. El tipo de lugares que inventa James Turrell pasa en primer lugar por un trabajo con la "luz": material incandescente o nocturno, evanescente o macizo. Turrell es un escultor que da cuerpo y consistencia a esas cosas (mal) llamadas inmateriales, como el color, el espaciamiento, el límite, el cielo, el horizonte, la noche, la inmensidad del desierto. Sus "Chambres à voir" constituyen lugares donde "ver un lugar", es decir, donde el acto de ver se convierte en una experiencia de la "chóra", ese lugar "matriarcal", esa fábula inventada por Platón en el "Timeo". Algo así como lo que los psicoanalistas llaman "sueños blancos". Las piezas de J. Turrell -de suspensiones, de cielos y de volcanes- se presentan aquí como una fábula de recorridos sin fin. De tal manera que mirar una obra de arte equivaldría a andar por un desierto.